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Genética y tecnología: 6 testimonios de productores que lograron rindes sorprendentes en soja y maíz

Fuente: Infocampo 29/06/2025 09:30:30 hs

Más allá del clima, el éxito en la campaña 2024/25 de soja y maíz tuvo un nombre: manejo agronómico. Aapresid compartió casos de productores que, con planificación, fertilización precisa y decisiones a tiempo, lograron picos de rendimientos.

En una campaña agrícola marcada por la incertidumbre climática, pero en la que en general las condiciones de lluvias y temperaturas acompañaron, algunos productores que forman parte de la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (Aapresid) demostraron que la clave del éxito no reside en la suerte, sino en la estrategia.

Con un manejo agronómico intensivo y una visión a largo plazo, lograron cosechas récord en soja y maíz, incluso donde las lluvias fueron esquivas.

¿Su secreto? Planificación, rotaciones inteligentes y una nutrición de cultivos de primer nivel.

LOS ALTOS RENDIMIENTOS EN SOJA

La resiliencia y la planificación fueron los pilares para alcanzar rendimientos sobresalientes en soja. Productores de distintas regiones compartieron sus tácticas ganadoras con estrategias que les permitieron ganarle a la sequía.

  • Buenos Aires: intensificación para techos productivos

En Cruz de Guerra, provincia de Buenos Aires, Segundo Garciarena de la regional Aapresid 25 de Mayo rompió sus propios récords. Con lotes que superaron los 56 qq/ha, demostró que la intensificación agronómica no solo ayuda en años secos, sino que también eleva los límites productivos.

Su manejo incluyó la aplicación estratégica de fósforo, manejo por ambientes y variedades adaptadas, todo sobre la base de dobles cultivos y genética de punta.

“Hace años que venimos intensificando. Ya sabíamos que ayuda en años secos. Este año vimos que también permite alcanzar techos”, explicó Garciarena.

  • Córdoba: lluvias oportunas y un arranque potente

En el centro de Córdoba, específicamente en Tancacha, Maximiliano Verra de la Regional Aapresid Río III obtuvo 54 qq/ha en soja, un hito para la zona.

La siembra temprana, a principios de noviembre sobre rastrojo de maíz tardío, fue posible gracias a lluvias inusuales en primavera que cargaron el perfil del suelo. A esto se sumó una fuerte apuesta por la fertilización y el uso de bioestimulantes.

“Buscamos un arranque vigoroso. En años secos, el sistema radicular bien desarrollado marca la diferencia”, enfatizó Verra.

Un poco más al sur, en Ordóñez, Francisco Rubio de la Regional Aapresid Justiniano Posse destacó la importancia de la fecha de siembra. Con un rinde de 52 qq/ha, subrayó que los lotes sembrados antes, con igual manejo, arrojaron hasta 15 quintales menos.

Este lote, con rotación de maíz y densidad óptima, no requirió fertilización este año debido a un buen nivel de fósforo. “Lo importante es sostener la productividad, aún en campo alquilado”, concluyó Rubio.

  • Santa Fe: siembra directa y adaptación al clima

En el centro de Santa Fe, Adalberto Peretti de la regional Aapresid Villa Trinidad logró 42 qq/ha a pesar de una severa restricción hídrica. La clave fue la siembra directa en lotes con dos o tres años sin labranza, lo que permitió una mejor acumulación de humedad.

Conscientes de que las lluvias llegan cada vez más tarde en su zona, adaptaron su estrategia: los lotes más productivos se sembraron el 14 de diciembre, buscando alinear el período crítico con las lluvias de febrero. “Buscamos siembras prudentes, que aseguren estabilidad más que picos”, remarcó Peretti.

El dato récord que deja la campaña 2024/25: en Santa Fe, fue la mayor siembra de la historia

  • Sur de Buenos Aires: rotación y tecnología

Desde la Estancia Santa Marta, entre Balcarce y Lobería, Gonzalo Varela del Nodo Sur de Aapresid reportó promedios de 37 qq/ha en soja de primera, con picos que superaron los 40 qq/ha. Una rotación de cebada seguida de verdeo de raigrás, un manejo cuidadoso del pastoreo y el uso de imágenes satelitales fueron decisivos.

Las lluvias de noviembre y diciembre, y un marzo favorable sin heladas, también contribuyeron. Este salto productivo, de 27 qq/ha históricos a rendimientos por encima del promedio zonal (35 qq/ha), refleja una estrategia agronómica consolidada.

EL MAÍZ “EXPLOTÓ” DE RINDES

En cuanto al maíz, también fue protagonista de resultados excepcionales, confirmando que la anticipación y una nutrición balanceada marcan la diferencia.

  • Sudeste de Córdoba: la siembra temprana como salvavidas

Nuevamente, Francisco Rubio de la Regional de Justiniano Posse se destacó en maíz con rindes de hasta 128 qq/ha, superando el promedio general de 105 qq/ha. La clave fue la siembra temprana, el 10 de septiembre, que permitió a los cultivos escapar del estrés hídrico de enero.

“No tuvimos lluvias extra, pero sí un buen perfil inicial. El maíz llenó antes del déficit”, explicó Rubio.

Su manejo incluyó fertilización variable (120 a 180 kg/ha de urea) y un stand promedio de 80.000 plantas/ha. “No fue récord, pero para el año fue excelente. Nos salvó haber podido sembrar temprano“, agregó.

  • En Venado Tuerto, casi 140 qq/ha

Desde la Regional Aapresid Venado Tuerto, Marcos Guazzaroni subrayó cómo el manejo agronómico fue crucial. Un 20% de los lotes superaron la media zonal, acercándose a los 140 qq/ha.

La constante en estos casos fue un manejo intensificado, fertilización balanceada y la presencia de napa freática como un “plus hídrico”. A pesar de los altos costos de arrendamiento, mantuvieron el mismo estándar de fertilización en campo propio y alquilado.

“Con los márgenes actuales, dejamos de pensar financieramente. Hoy es eficiencia productiva o nada”, afirmó Guazzaroni.

Todos los lotes con excelentes rindes compartieron una rotación sistemática trigo/soja-maíz. “Ese manejo ordena la física y la química del suelo. No es de un año para otro: se construye en el tiempo”, concluyó.

LA FÓRMULA DEL ÉXITO: MÁS ALLÁ DEL CLIMA

Así, esta campaña gruesa 24/25, a pesar de la variabilidad climática, volvió a dejar en claro que los rendimientos excepcionales no son cuestión de suerte.

Son el resultado de una estrategia cuidadosamente pensada, sostenida en el tiempo y adaptada a cada zona. En un escenario agropecuario cada vez más desafiante, el manejo agronómico intensivo se consolida como la herramienta más sólida para asegurar la estabilidad y la eficiencia productiva.

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