El poder de lo colectivo: una nueva etapa para la cadena de la carne porcina argentina
La mejora del sector de la carne porcina no depende únicamente de la eficiencia individual, sino de la capacidad colectiva para incidir en las reglas de juego. El asociativismo no es solo una respuesta frente a la vulnerabilidad, sino una herramienta estratégica.
Por Cristian Sitto, Productor porcino – Presidente de PORMAG
La producción de carne porcina argentina atraviesa una etapa de maduración. En términos tecnológicos, sanitarios y de eficiencia, el sector ha dado pasos importantes, pero aún enfrenta desafíos estructurales que limitan su competitividad sistémica: la atomización de los actores, la escasa incidencia en la definición de políticas públicas, la informalidad en ciertas fases de la cadena de la carne y la dependencia de mercados concentrados.
En este escenario, el asociativismo no debe ser visto como una herramienta secundaria, sino como una estrategia de gobernanza clave para fortalecer la posición del productor, estabilizar precios de referencia, optimizar el acceso a servicios técnicos y financieros, y profesionalizar la comercialización.
En ese marco, PORMAG se ha constituido como una entidad que busca precisamente eso: consolidar un espacio representativo, con reglas claras, trazabilidad en los procesos y participación en organismos públicos y privados.
Esto, bajo la premisa de que la existencia de una red organizada permite escalar soluciones que de forma individual serían inviables: desde la sistematización de información hasta la construcción de estándares de calidad, pasando por la articulación con industrias de agregado de valor y compradores estratégicos.
LA CARNE PORCINA, BAJO UNA MIRADA COOPERATIVA
Además, la lógica cooperativa —no en términos legales, sino en términos operativos— permite avanzar en temas sensibles como la sostenibilidad, el cuidado del medio ambiente, la digitalización de operaciones, la capacitación continua, el financiamiento en bloque o la expansión territorial de servicios.
La mejora del sector porcino no depende únicamente de la eficiencia individual, sino de la capacidad colectiva para incidir en las reglas de juego.
El asociativismo no es solo una respuesta frente a la vulnerabilidad, sino una herramienta estratégica para fortalecer la integración y la resiliencia del entramado productivo frente a un entorno cambiante.
Si queremos una cadena porcina integrada, eficiente y sostenible, debemos consolidar espacios comunes donde el productor sea protagonista de las decisiones estratégicas. Apostar al trabajo en red, en definitiva, es apostar a una política sectorial de largo plazo..
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