De la siembra al ensilaje: pautas para reducir pérdidas e ineficiencias en los forrajes conservados

En la ciudad de Córdoba, Pemán Semillas realizó un exitoso seminario que congregó a productores y especialistas del sector ganadero. El eje: herramientas para optimizar el conocimiento técnico en la conservación de forrajes.
Presentado como Academia Pemán, la nueva iniciativa de Pemán Semillas fue celebrada recientemente como un exitoso seminario virtual que congregó a productores y especialistas del sector ganadero, con el objetivo de brindar herramientas y conocimientos técnicos para la optimización de la conservación y uso de forrajes.
El encuentro técnico, que contó con las destacadas disertaciones de los ingenieros agrónomos Pablo Cattani y Gastón Alfaro, se centró en cómo la gestión eficiente del silaje impacta directamente en la rentabilidad y previsibilidad de los sistemas productivos.
En primer término, Cattani, especialista en conservación y uso de forrajes, inició la jornada destacando la trascendencia del forraje conservado como uno de los insumos más costosos en la ganadería, especialmente en la lechería, donde representa el 60% del cheque total y el 60% de la comida.
En su exposición, el especialista y asesor privado enfatizó que la previsibilidad y el control de costos son fundamentales para la ganadería a largo plazo.
LA IMPORTANCIA DE LA DIGESTIBILIDAD
Cattani dijo que la digestibilidad, la energía metabólica y la energía neta productiva son los factores de mayor impacto para la rentabilidad. En ese sentido, recalcó la diferencia en el aprovechamiento ruminal de los nutrientes.
“Un kilo de hoja se aprovecha un 50%, un kilo de tallo, un 30%, mientras que un kilo de grano, casi un 90%. A pesar de esto, el forraje es el recurso más económico de producir”, explicó el investigador cordobés.
Por otra parte, abordó las ineficiencias que pueden presentarse en el proceso de ensilado, señalando que un silaje puede volverse ineficiente por un bajo nivel de materia seca, bajo consumo, baja producción de grano o una falta de estrategia y planificación en su uso.
Forrajeras: una nueva especie revoluciona las zonas templadas de Argentina
En esa línea, advirtió sobre el impacto de cosechar prematuramente: “Anticipar la cosecha en 10 días puede significar una pérdida de una tonelada de producción por hectárea, el transporte innecesario de siete toneladas de agua (con su costo asociado) y una reducción del 30% en la participación de la espiga en el silaje”, dijo.
DEGRADACIÓN Y OXIDACIÓN
También alertó sobre la degradación por temperatura y oxidación en el silo, indicando que la presencia de temperatura en el material ensilado es un signo de oxidación (mal llamada fermentación secundaria).
Esta oxidación se traduce en pérdidas energéticas significativas, estimando que una pérdida de 0.1 megacalorías equivale a casi 70 kg de carne por hectárea.
Para mitigar esto, es crucial dimensionar los silos de manera que se extraigan entre 30 y 40 cm de material por día, ya que el oxígeno ingresa unos 10 cm diarios al frente del silo, deteriorando el material. Si la tasa de extracción baja al 15%, las pérdidas por deterioro aeróbico pueden dispararse a un 10-15%.
En cuanto a los tipos de ensilaje y materiales ensilables, Cattani profundizó en la elección de variedades para maíz y sorgo. “Para el maíz, recomiendo elegir variedades dentadas sobre las de grano duro por su mayor facilidad de partido y degradabilidad del almidón en el rumen, lo que implica un mejor aporte de nutrientes”, aseveró.
Destacó la importancia de no exceder la cantidad de semillas por metro lineal, ya que el exceso genera competencia entre plantas, lo que puede aumentar la fibra y disminuir su digestibilidad.
FORRAJE A TRAVÉS DE SORGO
Respecto al sorgo, resaltó su ventaja en ambientes desfavorables, su floración extendida y ciclos de picado más largos, y su capacidad de macollaje y “stop and go” (recuperación ante condiciones adversas).
Allí, enfatizó la necesidad de una siembra más precisa, dejando de lado la siembra “a chorrillo”, para asegurar una mejor calidad del forraje. Detalló los tipos de sorgo: forrajeros (más altos, más fibra, menos espiga), fotosensitivos (más volumen, menos energía) y graníferos/doble propósito (planta más chica, mayor proporción de espiga, similar materia seca digestible, pero la digestibilidad proviene del almidón del grano).
Un punto crucial fue la materia seca (MS) óptima para el picado, estableciendo un mínimo de 35% de MS para iniciar el ensilado.
Para el maíz, aconsejó picar cuando el grano está colmado de almidón, antes del punto negro, para maximizar la absorción ruminal del almidón. En cuanto a la altura de corte, sugirió cortar por encima de la inserción de la primera hoja.
Esta práctica, aunque signifique sacrificar volumen, resulta en menos fibra (FDA), mayor consumo (FDN), mayor concentración de materia seca, más proteína y, fundamentalmente, una mayor digestibilidad del forraje total. Para el sorgo, destacó que cortar alto también permite concentrar nutrientes y puede favorecer el rebrote para una segunda cosecha.
El tamaño de picado ideal se fijó en 1.5 centímetros y consistente, evitando picar por debajo de 1 cm o 8 milímetros, lo que aceleraría el paso del alimento por el rumen, impidiendo la captura total de nutrientes y resultando en almidón no digerido en las heces.
Tampoco se deben exceder los 10 centímetros, ya que provoca rechazo físico en el comedero. Finalmente, la importancia del procesado de grano en maíz fue clave: al menos el 50% de las porciones de grano deben ser menores a 5 milímetros (idealmente 70%), y no deberían encontrarse más de tres granos enteros por litro de silaje.
EL IMPACTO ECONÓMICO DEL MANEJO DEL SILAJE
En tanto, Alfaro, especialista en producción de carne y profesor de la Universidad Nacional de Córdoba, tomó la palabra para enfocarse en la maximización de la renta a partir del uso eficiente del silaje ya confeccionado.
Alfaro diferenció claramente entre “perder” y “dejar de ganar”. Las consecuencias del mal manejo del ensilaje se traducen en pérdidas económicas directas y oportunidades de ganancia desaprovechadas. Destacó que muchos problemas, como la elección del híbrido o el momento y proceso de picado, son variables manejables por el productor.
Para mejorar, Alfaro fue contundente: “Lo que no se mide, no se puede gestionar; lo que no se puede gestionar, no se puede mejorar“.
Enfatizó que es fundamental basar el manejo en datos propios, ya que la calidad nutricional del silaje presenta una gran variabilidad entre campos y dentro del mismo silo. Por ello, el muestreo adecuado y el análisis nutricional son indispensables.
La materia seca (MS) es un factor crítico. En base a eso, mostró la variabilidad de MS dentro de una misma cara de silo y explicó que, sin conocerla, se pueden formular dietas que subestimen los nutrientes que el animal realmente consume.
“La recomendación es muestrear la MS al abrir un silo nuevo y luego una o dos veces por semana, utilizando herramientas accesibles como microondas o freidoras de aire”, explicó Gastón Alfaro.
PERDIDAS POR VARIABILIDAD
El disertante, también abordó las pérdidas por variabilidad en la utilización del ingrediente. Señaló que, en los feedlots, el uso de silaje tiende a ser más variable que el de otros ingredientes densos como el grano de maíz.
Los operadores de pala y mixeros suelen exceder la cantidad prescrita, resultando en pérdidas que pueden oscilar entre el 5% y el 10% para el silaje, en contraste con menos del 5% para el grano.
Forrajes: las claves para cortar y ensilar la alfalfa, y acumular buenas reservas
Un manejo deficiente con un 10% de variabilidad puede significar la necesidad de cosechar o picar entre 5 y 8 hectáreas adicionales de maíz, mientras que un manejo eficiente (2% de variabilidad) reduce esto a 1-2 hectáreas.
La diferencia económica entre un buen y un mal manejo de la pala para el silaje puede alcanzar los 8.6 millones de pesos, lo que equivale a pagar el sueldo de un operario durante 9 meses.
Finalmente, en cuanto a la eficiencia del costo por kilogramo de carne producido, Alfaro destacó que no solo importa la cantidad de materia seca, sino también su calidad y cómo se traducen los nutrientes en producción.
“Aunque el sorgo pueda ser un 16% más barato por kilogramo de materia seca que el maíz, el kilo de almidón digestible resulta un 9% más caro en el sorgo debido a la menor digestibilidad del almidón en comparación con el maíz”, resaltó.
También, subrayó que, si bien el silaje es una excelente fuente de fibra efectiva, siempre es necesario corregirlo con proteína. Presentó un ejemplo contundente: aunque suplementar una dieta a base de silaje con una fuente proteica puede ser un 14% más costoso por día, esto se traduce en un 28% más de ganancia de peso diaria y una eficiencia de conversión un 22% mejor. En última instancia, la suplementación aumenta el ingreso sobre el costo de los alimentos (ISCA).
Seguir leyendo