Bancos, elecciones y campo: el pulso financiero que define la campaña
En la medida en que la política siga utilizando al Banco Central como instrumento electoral, el productor deberá seguir navegando entre tasas impagables en pesos y un dólar que, más que moneda, se ha vuelto tabla de salvación.
Por Lisandro Pacioni – CEO & Founder de Malevo
En la Argentina, cada elección es también un examen para la economía. Y el sistema bancario, espejo de nuestra salud financiera, lo siente en carne propia.
Tras las recientes elecciones bonaerenses, los mercados reaccionaron con la sensibilidad habitual: suba del dólar, caída de activos argentinos y, como telón de fondo, un Banco Central obligado a apretar aún más la soga monetaria.
EL NUEVO CORSET BANCARIO
En pocas semanas, el BCRA reintrodujo pasivos remunerados para absorber pesos, elevó los encajes que deben inmovilizar los bancos y fijó límites estrictos a la tenencia de dólares en el sistema financiero.
Son medidas que, en los papeles, buscan “estabilizar”; en la práctica, reducen liquidez y encarecen el crédito.
Los bancos prestan menos y más caro, no por falta de voluntad, sino porque el regulador les quita el oxígeno. El resultado es un sistema bancario con menor capacidad de financiamiento y un mercado agropecuario que debe reacomodarse.
EL CRÉDITO, ENTRE EL PESO CARO Y EL DÓLAR TENTADOR
Aquí aparece la paradoja del agro. Mientras las tasas en pesos vuelan, el financiamiento en dólares alcanzó el tercer nivel más alto en lo que va del siglo: cerca del 60 % de los préstamos al sector ya se canalizan en moneda dura.
¿Por qué? Porque las líneas en dólares ofrecen mejores condiciones, más previsibilidad y, en definitiva, una tasa real más baja frente a la erosión del peso.
Pero hay que decirlo con claridad: no todos pueden acceder. El dólar es refugio y financiamiento, pero también un filtro. El productor con espalda logra financiamiento competitivo; el pequeño, sin garantías en divisas, queda atado a la bicicleta financiera local.
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ELECCIONES, POLÍTICA Y LA ETERNA INCERTIDUMBRE
La lectura política de la elección bonaerense acentuó la volatilidad. El mercado teme que el oficialismo, debilitado, endurezca controles cambiarios y fiscales.
Y el campo, que conoce de primera mano los vaivenes de la política, entiende que cada decisión sobre retenciones, subsidios o dólar oficial puede torcer el rumbo de toda una campaña.
En otras palabras: los bancos sienten la presión del BCRA, y el agro carga con las consecuencias de un crédito más caro e incierto.
LO QUE SE VIENE
Hacia fin de año, el escenario no cambia demasiado:
- Tasas en pesos todavía altas.
- Menor liquidez bancaria por encajes forzados.
- Brecha cambiaria que presiona sobre costos e insumos.
Sin embargo, también hay oportunidades:
- El crédito en dólares, para quien pueda tomarlo, seguirá siendo más barato que el peso inflacionado.
- Si el Gobierno avanza en la reducción de retenciones, el campo podría recuperar liquidez y aliviar márgenes.
- El precio internacional de los granos juega como aliado silencioso en un tablero local adverso.
UN CIERRE NECESARIO
El campo argentino no pide subsidios ni privilegios. Pide reglas claras, crédito accesible y un sistema financiero que acompañe en lugar de asfixiar.
En la medida en que la política siga utilizando al Banco Central como instrumento electoral, serán los productores —los que arriesgan capital, enfrentan al clima y sostienen la balanza comercial— quienes deban cargar con el costo.
El liberalismo económico nos recuerda que la libertad de mercado y el respeto a la moneda son condición básica para el desarrollo.
Mientras no haya un giro en esa dirección, el productor deberá seguir navegando entre tasas impagables en pesos y un dólar que, más que moneda, se ha vuelto tabla de salvación.
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