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Operan 42.000 hectáreas con 100% de integración: un modelo que florece en la estabilidad uruguaya

Fuente: Infocampo 13/11/2025 09:54:10 hs

En un continente marcado por la volatilidad, Uruguay ofrece una lección de estabilidad. Nicolás Martínez Rappalini, tercera generación de Agromotora Flores, compartió en Agro MGMT 2025 cómo su empresa familiar logró convertir la integración en un modelo que atraviesa generaciones.

En Trinidad, departamento de Flores, el paisaje parece conjugar lo esencial del Uruguay rural: horizontes amplios, lomas suaves y una calma que invita a pensar en décadas, no en días.

Allí nació hace 94 años Agromotora Flores, una empresa familiar que hoy se transformó en símbolo de gestión, integración y continuidad.

Su historia comenzó con un sueño de abuelo y continúa, tres generaciones después, con la mirada firme de Nicolás Martínez Rappalini, ingeniero agrónomo y actual director junto a sus dos hermanos.

“Nuestro desafío es transitar esta etapa generacional y poder entregarle la empresa a la cuarta generación, si Dios quiere, para continuar un poco el legado familiar”, confesó durante la segunda edición de Agro Management, el encuentro anual organizado por Infocampo con expertos y referentes del agro argentino e internacional, para debatir los desafíos y oportunidades del sector.

El grupo, que emplea de forma directa a 400 personas, es motor económico y social para la región.

“El 70% de nuestra gente está en el departamento de Flores. Nos sentimos responsables de su bienestar, porque la empresa creció con la comunidad”, explicó, entrevistado por el director de Valoral Advisors, Roberto Vitón. Ese vínculo humano, muchas veces invisible en los balances, es parte del ADN de Agromotora Flores.

LA FUERZA DE LA INTEGRACIÓN

Si hay algo que distingue al modelo de Agromotora Flores, es su integración vertical, una fórmula poco común en el agro regional, pero que se consolidó como una ventaja competitiva decisiva. En un contexto de márgenes ajustados, la empresa decidió no depender del mercado, sino integrarse a él en todas sus etapas.

Operamos unas 42.000 hectáreas. De ellas, cerca de la mitad son agrícolas, el resto ganaderas y unas tres mil quinientas dedicadas al tambo”, detalló. La escala impresiona, pero lo más notable es el grado de control sobre cada proceso.

“Nos vendemos el combustible, nos transportamos los granos, manejamos nuestros camiones y hasta tenemos plantas de procesamiento de semillas. Esa integración nos permitió ser los últimos en empezar a perder en épocas difíciles”, resaltó.

La compañía gestiona 30 camiones propios y 90 tercerizados, dos acopios, estaciones de servicio y una estructura de servicios completa que respalda a productores y clientes. Pero más allá de la logística, el verdadero secreto está en la visión sistémica: cada unidad de negocio respalda a la otra, amortiguando los vaivenes del mercado.

“En el agro, si no tenés previsibilidad, no podés construir. Y si no integrás procesos, no podés sostener márgenes”, resumió Martínez Rappalini.

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URUGUAY, LA TRANQUILIDAD DE PLANIFICAR

En este contexto, no es casual que este modelo haya florecido en Uruguay. Para Nicolás, la clave está en una palabra que suena casi utópica en la región: predictibilidad. “Manejar una empresa en Uruguay es relativamente sencillo porque te dedicás a planificar, a pensar en el largo plazo. Tenés seguridad jurídica, estabilidad cambiaria y acceso al crédito”, destacó.

Esa calma, dice con humor, puede parecer “aburrida” para quienes viven del vértigo económico, pero es justamente lo que permite enfocarse en la gestión real. “No tenemos brecha cambiaria ni medidas sorpresivas. Acá la ‘adrenalina’ pasa por producir mejor, no por adivinar lo que va a pasar mañana”, señaló entre risas.

Uruguay es, efectivamente, un país caro para producir, sin napas freáticas abundantes ni subsidios estructurales. Pero ofrece algo que no tiene precio: certeza institucional.

En palabras de Martínez Rappalini, “es un ambiente amigable para el empresario”. Esa previsibilidad es el suelo sobre el cual se construye la confianza.

EL CRÉDITO QUE HACE POSIBLE EL FUTURO

Esa confianza también se traduce en acceso al financiamiento. En Uruguay, las empresas agropecuarias pueden endeudarse a 10 o incluso 15 años con tasas fijas en dólares, tanto en bancos privados como en el estatal Banco República.

“Hoy podés tomar un crédito a diez años al 5% anual sin problema. Para proyectos de riego, incluso a quince años”, describió. Eso abrió un nuevo paradigma: “Durante mucho tiempo se decía que con campo no se compra campo. Ese mito se terminó. Hoy podés financiar hasta el 80% de la inversión a largo plazo y a tasa fija”.

El esquema de inversión se complementa con la Ley de Promoción de Inversiones, que otorga beneficios impositivos significativos a proyectos productivos: “En un proyecto de riego, el 60% del retorno se exonera de impuestos a la renta y al patrimonio durante diez años”, relató.

Así, el aumento de productividad paga su propia expansión. “Es un modelo virtuoso –afirmó-, donde el crecimiento es sustentable porque se apoya en reglas claras y en incentivos alineados”.

 

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SEMBRAR CON LA VISTA PUESTA EN EL HORIZONTE

En lo productivo, Agromotora Flores combina eficiencia y constancia. Practican un esquema de doble cultivo en casi el 70% del área: cebada, trigo, colza y carinata en invierno, seguidos por soja en verano. Sin embargo, Martínez Rappalini admitió que los márgenes hoy están muy ajustados.

“Con la soja a 390 dólares, el Excel no da. Pero nosotros no corremos detrás del mercado. Tenemos un plan a cinco años y lo cumplimos”, enfatizó. Esa filosofía —planificar en lugar de reaccionar— les permitió resistir momentos difíciles y aprovechar los buenos.

El verano pasado fue un ejemplo: pese a pronósticos de sequía severa, decidieron sembrar y terminaron con una cosecha récord. “Haber podido captar ese buen momento fue por haber estado dentro de la película. Si entrás tarde, ya pasó”, reflexionó.

En ganadería, el presente también es alentador. Terminan entre 17.000 y 18.000 novillos por año y sostienen un tambo en expansión con 3.500 vacas en ordeñe. En todos los casos, el foco es el mismo: eficiencia, rotación y sustentabilidad.

SUSTENTABILIDAD: EL NUEVO LENGUAJE 

Por otro lado, la sustentabilidad no es una palabra vacía en Agromotora Flores. Es, más bien, una brújula.

“Los mercados europeos ya exigen certificaciones para colza, carinata, trigo y cebada. Y sabemos que pronto llegará a la carne”, explicó. Por eso, la empresa trabaja anticipadamente en adaptar sus procesos y documentación.

Pero el contexto uruguayo ofrece una ventaja natural: “Uruguay no tiene deforestación. Está todo en blanco. Eso nos hace fácilmente certificables”, indicó. Esa condición permite que el país se diferencie en un mercado internacional que cada vez premia más la trazabilidad y las buenas prácticas.

Somos un país chico, sin masa crítica para industrializar grandes volúmenes. Entonces debemos diferenciarnos por calidad, transparencia y sustentabilidad”, resumió. Y en esa búsqueda, el liderazgo de empresas familiares con visión de largo plazo es esencial.

EL ARTE DE CEDER: UNA LECCIÓN DE SUCESIÓN

En tanto, la continuidad generacional, ese punto de inflexión donde tantas empresas familiares tropiezan, es para Agromotora Flores un proceso natural, pero no exento de desafíos.

“No es fácil manejar una empresa grande entre hermanos y con nuestros padres aún participando. Pero tuvimos la suerte de que ellos fueron muy generosos: nos dieron libertad para decidir y crecer”, repasó con gratitud.

Esa confianza fue clave. “Si el hijo piensa como el padre, piensa como viejo; y si el padre piensa como el hijo, piensa como joven. Lo importante es que ambos se respeten”, valoró.

Esa sabiduría sencilla, que parece más de campo que de manual de negocios, es probablemente, la razón por la cual el legado familiar sigue intacto.

Hoy, Nicolás y sus hermanos conducen diez empresas bajo el paraguas de Agromotora Flores, combinando prudencia, innovación y una mirada profundamente humana. Su meta es clara: dejar una empresa sólida, moderna y ordenada para la próxima generación.

CUANDO LA PREVISIBILIDAD TAMBIÉN EMOCIONA

En este contexto, el caso de Agromotora Flores resume lo que muchos empresarios del agro argentina añoran: la posibilidad de pensar más allá del corto plazo, de construir sobre certezas y de unir la rentabilidad con el propósito.

Uruguay, con su estabilidad jurídica y su cultura institucional, se convierte así en un oasis de racionalidad en medio del vértigo regional. Pero detrás de esa estructura sólida hay una historia profundamente humana: la de una familia que nunca perdió el sentido de pertenencia.

“Queremos dejar algo mejor de lo que recibimos”, sintetizó Nicolás casi al final de su charla. Y esa frase resume todo.

Porque más allá de las hectáreas, los camiones y las tasas de interés, el verdadero capital de Agromotora Flores es la continuidad del sueño original: el de una familia que decidió creer que el campo no es solo trabajo, sino también legado, identidad y futuro.

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