“Hoy más que nunca necesitamos ver a la industria y el campo unidos”
En Agro Management 2025, Infocampo reunió a los presidentes de la Sociedad Rural, la COPAL y la Unión Industrial para debatir cómo lograr una conjunción entre todos los sectores y lograr las reformas que se necesitan para crecer.
Durante años, gran parte de la política y la opinión pública argentinas han planteado una división que resta: el campo y la industria como entes separados, que prácticamente no pueden crecer juntos sin que se beneficio uno al desmedro del otro.
Ahora, la visión que se busca derramar es diferente: la producción primaria y el agregado de valor industrial sumados a la causa de multiplicar el desarrollo y el crecimiento.
Bajo ese panorama se inscribe el panel “Agroindustria: ¿Cómo colaborar para transformar la producción de alimentos en el mundo?”, en el que Infocampo –en el marco de Agro Management 2025– reunió a tres de los máximos referentes de estos sectores: los presidentes de la Sociedad Rural Argentina (SRA), Nicolás Pino; de la Coordinadora de las Industrias de Productos Alimenticios (COPAL), Carla Bonito; y de la Unión Industrial Argentina (UIA), Martín Rappallini.
LA UNIÓN CAMPO-INDUSTRIA
El periodista de Infocampo, Ezequiel Morales, moderó el debate y abrió el juego con Pino, quien hizo foco precisamente en que industria y campo conforman una cadena muy fuerte si tracciona de manera conjunta.
“Hubo una moda de hablar del campo contra la industria o la industria contra el campo, pero hoy más que nunca necesitamos ver la industria y el campo unidos, traccionando juntos buscando un bien común”, resumió.
Pero el referente del ruralismo trajo de movida el reclamo sobre las retenciones, que son quizás el principal factor que separa un rubro del otro: “No nos dejan la cancha nivelada a todos por igual”, enfatizó Pino.
Rappallini recogió el guante al respecto y repasó que la dicotomía campo-industria se supo instalar bajo “la idea de que ese impuesto confiscatorio iba a generar valor agregado; pero fue un relato, en la práctica le subieron los impuestos al campo y también aumentaron para la industria; lo único que subió fue el gasto público”, criticó.
Para el N°1 de los industriales, precisamente por una baja del costo argentino, a través de la “modernización laboral” y de un achique impositivo, es por donde pasa el camino para trabajar de manera conjunta.
“Haciendo viables las exportaciones de alimentos hacemos viable al sector industrial y a la producción primaria”, acompañó Rappallini.
Por su parte, Bonito coincidió en que es hora de comenzar a corregir las distorsiones intra e intersectoriales, y “posicionarnos sobre una agenda de competitividad que atraviese y convoque a toda la cadena de valor”.
“Es ineficiente pensar que mejorar la competitividad de la agroindustria se puede abordar de forma aislada en cada eslabón. Hay que buscar una agenda que converja y encontrar soluciones que den respuestas de manera transversal a toda la cadena de valor”, indicó.
LA REFORMA LABORAL E IMPOSITIVA
Tras abordar otras temáticas de interés común, como las importaciones, los tres referentes también se refirieron a cómo se está trabajando para aportar propuestas en el marco del Consejo de Mayo, y pensando en el 15 de diciembre, cuando asuman los nuevos representantes en el Congreso.
“Vamos a pedir formalmente que nos saquen las retenciones”, anticipó Pino, porque consideró que lo primordial es lograr “igualdad de condiciones”:
Bonito coincidió en plantear la situación de los derechos de exportación, porque recordó que dentro de la actividad industrial “todavía hay 1.300 posiciones arancelarias alcanzadas por retenciones”.
Para la COPAL, el tema impositivo es clave, no solo por su dimensión en los costos empresarios y de consumidores –aseguró que los impuestos representan entre 40 y 50% del precio de un alimento o bebida–, sino por la complejidad de la estructura tributaria.
“El sistema tributario retiene liquidez que podría estar a disposición de la producción. Entonces no son solo propuestas para reducir los impuestos, sino para simplificar la estructura”, subrayó.
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En este contexto, Rappallini es quien representa al sector empresario dentro del Consejo de Mayo y llevó el mensaje de que las reformas que se están planteando “están inspiradas en políticas que ya se aplican en la región, en países como Brasil, Perú o Uruguay”.
Citó como ejemplo el tope indemnizatorio de entre 8 a 14 años de servicio: dijo que eso rige en los países con los que compite Argentina y que persigue la lógica de proteger la productividad a largo plazo, y que en un empleado con muchos años de antigüedad no tenga más incentivos a ser indemnizado que a jubilarse.
Para Rappallini, pensar y discutir este tipo de iniciativas es imprescindible: “Hace 15 años que no generamos empleo formal, mientras todos los países de la región duplicaron su fuerza laboral en blanco”, cerró.









